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Arquitectos: Grado Studio
- Área: 410 m²
- Año: 2023
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Fotografías:Federico Villaseñor, Jessi Victorio
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Proveedores: Cemex, Cemix, Interceramic

Descripción enviada por el equipo del proyecto. El municipio de Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas, es una ciudad relativamente joven con una población que no sobrepasa los 600 000 habitantes distribuidos sobre una superficie urbana menor a los 90 km². Su clima es extremo: presenta lluvias intensas a mediados del año y una temperatura promedio cercana a los 30 °C. La topografía está marcada por contrastes naturales; al norte limita con la Reserva del Cañón del Sumidero y al sur con los cerros Mactumatzá y El Zapotal, ecosistemas que resguardan gran biodiversidad y definen el crecimiento lineal de la ciudad en sentido oriente-poniente. Este corredor urbano puede recorrerse de extremo a extremo en menos de 40 minutos sobre sus ejes principales.



Gran parte de Tuxtla mantiene todavía un uso de suelo habitacional H1, H2 o H3, y son pocos los sectores que han transitado hacia la densidad variable o el uso mixto. Esta condición, sumada al alto costo de la tierra, ha impulsado un crecimiento periférico desmedido de fraccionamientos de vivienda popular, interés medio y residencial, que invade áreas naturales protegidas, fragmenta el territorio y acentúa la segregación socioespacial. La desigualdad, la contaminación y la pérdida ambiental terminan afectando la salud, la seguridad y la economía de toda la población.


Que Tuxtla sea una ciudad pequeña no la hace menos importante; al contrario, se encuentra en un punto de inflexión donde podemos construir una ciudad más equitativa y sostenible. Las ciudades de escala pequeña y media, como Tuxtla Gutiérrez, representan hoy un escenario clave para aplicar modelos urbanos más eficientes: en ellas, los cambios de uso de suelo y las inversiones intraurbanas generan impactos inmediatos y medibles, fortalecen la estructura existente y reducen la presión sobre las zonas periféricas y naturales. Invertir en ciudades que ya son compactas permite aprovechar la infraestructura instalada, revitalizar barrios consolidados y fomentar una movilidad más activa y sostenible.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) nos convocan precisamente a actuar frente al cambio climático, proteger el medio ambiente y participar activamente en el diseño del entorno urbano. Desde la arquitectura y el urbanismo debemos asumir ese compromiso y promover ciudades resilientes, densas y habitables.


En este contexto surge la propuesta de vivienda intraurbana y cambio de uso de suelo, una alternativa inspirada en experiencias nacionales que buscan modelos habitacionales flexibles, adaptables y con un sentido de conectividad y colectividad. En tres lotes de 252 m² (756 m² en total), donde antes solo se permitían tres viviendas, se gestionó el cambio de uso de suelo para alcanzar una densidad variable. El predio se subdividió en seis fracciones de 126 m² (9×14 y 7×18 m), conformando un máster plan que integra vivienda unifamiliar y multifamiliar.

El conjunto Sabines 242 se levanta sobre un basamento de ladrillo rojo y alcanza 410 m² de construcción habitable. La planta libre alberga los accesos principales, y los materiales —ladrillo, pigmento, acero y vidrio— dialogan con la naturaleza del entorno. Las sustracciones reticulares frontales y laterales estructuran los espacios y permiten que el exterior penetre al interior. Los balcones se extienden hacia el paisaje, mientras que la azotea de acero se abre como una terraza panorámica hacia la ciudad. Su tonalidad y aberturas generan atmósferas diversas para que los habitantes se apropien libremente del espacio. Al poniente, una doble piel de herrería abatible en forma de abanico protege las recámaras, controla la incidencia solar y mantiene la ventilación continua proveniente del norte.

























